viernes, 19 de octubre de 2012


Chuqui Chuqui, Sucre, Bolivia.

“Sin trabajo en equipo no hay nada”

Jhonny Iglesias ronda los 40 años y dedica la vida a su vocación, atiende en el pueblo de Chuqui Chuqui del departamento de Sucre y a sus 11 comunidades aledañas. A él le gustaría estar en la cuidad para estar más cerca de su familia, pero la fuerza de su vocación hace que este deseo se postergue, entregándose por completo a sus pacientes en este pequeño pueblo rural.
1.     ¿Cuáles son las enfermedades o trastornos que suele atender como médico?

Nosotros somos dos médicos trabajando aquí. Atendemos a tres grupos de personas, que podríamos dividir de la siguiente manera: Niños menores de 5 años de edad, que reciben lo que se llama SUMI (Seguro Universal Materno Infantil). Las enfermedades o problemáticas principales de este grupo son las diarreas y los resfríos. Por otro lado, atendemos a personas normales. Este grupo puede presentar cualquier tipo de enfermedades, hay de todo. Desde cuestiones de presión arterial, problemas cardíacos o con el tubo digestivo, etc. Y por último, el grupo de personas mayores a 60 años, estos también reciben un seguro de salud. Generalmente acuden al hospital por problemas nerviosos, neurológicos y articulares, como las artritis.
Y en cuestión de género, las mujeres en edad fértil suelen presentan infecciones en la vagina y en el cuello uterino (lo que se llama cervisitis). La causa de esto se debe a la falta de higiene.

2.     ¿Hay alguna problemática de salud típica de la zona, que afecte a los tres grupos?

Aquí tenemos una prevalencia altísima del Mal de Chagas, hay muchísimas vinchucas en la zona. Por suerte la incidencia de esta enfermedad está bajando, el tema está mejorando gracias a la gran cantidad de programas de prevención y promoción, están fumigando, se están mejorando las viviendas de la gente, entre otras cosas.

3.     ¿Cuántos pacientes atiende mensualmente aproximadamente?

Atendemos un total de 300 y 400 pacientes aproximadamente. La gente ha tomado conciencia de la importancia que tiene acudir al centro de salud. Antes se curaban en sus casas, con medicinas caseras, hierbas, plantas, huevos. En la actualidad tenemos que interactuar con los médicos curanderos, propios de las comunidades indígenas de la zona. Esta es una política nueva, instaurada según la nueva constitución que propulsó Evo Morales. Aquí, entonces, debería haber un médico curandero, trabajando inter disciplinariamente, pero todavía no ha sido asignado nadie. Esta medida se va implementando de a poco, lentamente. Nosotros hemos estudiado medicina científica pero he visto que algunas cosas de la medicina casera son efectivas. No sé si estoy de acuerdo con esta nueva medida, pero hay que hacer lo que el gobierno propone.
Tenemos que actuar inter-cultural e inter-comunitariamente, de acuerdo a los usos y costumbres del lugar, respetando la cultura. 

 4.     ¿Cuáles son las herramientas con las que cuenta para realizar su trabajo? ¿Cree que son suficientes?

Aquí en Bolivia hay tres niveles de hospitales. Nuestro centro de salud pertenece al  primer nivel, donde contamos con los elementos más básicos para trabajar. Lo que requerimos no lo tenemos, pero lo básico sí. Ni la farmacia está bien surtida. Faltan medicamentos y tenemos que darles a los pacientes una receta extra para que vayan a Sucre. En  tecnología tenemos muchísimas falencias, no tenemos un ecógrafo ni los tubos de oxígeno funcionan. Como medio de transporte tenemos una ambulancia y una moto.
El segundo nivel de hospitales se encuentra, por ejemplo, en Sucre y ciudades intermedias. Cuentan con las cuatro especialidades médicas: cirugía, pediatría, ginecología y medicina interna. Por último, el tercer nivel de centros, serían los más evolucionados y cuentan con todas las especialidades.
Puedo decir que personal de trabajo aquí no falta, estamos bien cubiertos. Somos dos médicos y varias enfermeras.

5. ¿Trabajan inter-disciplinariamente?

Se trabaja en equipo aquí, con enfermería, farmacia, odontología y laboratorio. En algunos lugares el trabajo en equipo no funciona, pero aquí por suerte sí. Si no hay equipo no hay nada.
Con el otro médico nos turnamos para hacer guardias pasivas. He estado en otros hospitales donde las guardias las hacíamos dentro del mismo hospital. Teníamos comida, pero aquí es imposible porque no hay presupuesto para eso, no hay cocinera.

6. ¿Cuál es el rol del Estado en este centro de salud?

Nosotros como hospital dependemos de la alcaldía de Sucre, pero en la coyuntura actual el gobierno se está metiendo en todo. Hay puntos positivos y otros negativos. Por ejemplo, el Estado otorga a las mujeres embarazadas un bono que se llama “Juana Azurduy”. Es para las madres e hijos de hasta dos años de edad, es una manera de estimular que vengan al centro de salud, que tengan partos menos riesgosos y los niños crezcan más sanos. El tema es que a veces, estos bonos no van a parar a las personas destinadas, en muchas ocasiones se los queda el hombre. También el Estado otorga bonos a los más viejitos y a los niños en la escuela, lo que se llama bono “Juancito Pinto”.
Supuestamente aquí iban a construir un hospital de segundo nivel, nosotros, mientras tanto, nos trasladaríamos a una casita arriba. Pero a la licitación la han declarado “desierta”, esto quiere decir que comenzaron a hacer las demoliciones afuera y ahora ha quedado en la nada. No sabemos si la construcción empezará de nuevo, veremos… 
7.¿Continúa capacitándose como profesional? ¿Cree que es importante?

Jamás termina el aprendizaje del médico. El médico tiene que leer mínimo dos horas por día, eso no es difícil.
Además nosotros acudimos a cursos que son obligatorios, en Sucre, nos turnamos para ir con el otro médico. Son cursos sobre diferentes temas, enfermedades, tecnología, etc. Por ejemplo, ahora se ha creado un software para la atención primaria para la salud, la información de los pacientes va a ir en este nuevo archivo.

8. ¿Cuándo se dio cuenta que quería ser médico?

Desde chango (niño) que quería ser médico, siempre hablé de la medicina. En mi casa decían “Déjenlo nomás es chango, va a cambiar luego”. Y aquí estoy (ríe).
Comencé a estudiar medicina cuando terminé la escuela. En cuarto año de la carrera dejé porque me casé. Luego de diez años retomé los estudios y finalmente me recibí de médico general, con título de cirujano. Desde que me recibí que trabajo en las provincias. Me gusta la medicina y puede ser aquí, como médico rural o en la ciudad. En Sucre tengo a mi familia, mis hijas y me gustaría poder trabajar allí, pero es más complicado entrar. Igualmente, no me hago ningún problema, estoy felíz y a gusto aquí.

9. ¿Qué es lo que más disfruta de su profesión?

Lo que más disfruto es servir a la comunidad, eso me hace sentir felíz, mejorar la calidad de vida de la gente. La amabilidad de la gente del campo es mucha más que la gente de la ciudad. Allí las personas son más atrevidas creo, aquí hay más respeto por el médico, nos quieren mucho y cuando los atendés bien, te lo demuestran. A mi me gusta tratar a la gente de manera personal, cálidamente y eso les gusta. 
 Siendo Bolivia un país cuyos índices de pobreza y de mortalidad infantil son inversamente proporcionales a la riqueza natural que posee, es necesario que los médicos se dediquen a su labor con la fuerza y voluntad con que se entrega Jhonny Iglesias. De esta manera las cosas pueden mejorar para la enorme cantidad de pacientes que esperan ser bien atendidos en los más recónditos rincones de todo el país, por tener un trato digno y confiable, como el que este médico demuestra dar a cada una de las personas que se acerca al centro de salud de Chuqui-Chuqui.



Mallín Grande, Chile

“Viendo la miseria supe que ahí es donde debía ayudar”

Mallín Grande es un pequeño pueblo de aproximadamente 200 habitantes, ubicado en la Región de Aisén de la Patagonia, Chile. Surgió como villa a partir de que en 1988 se instaló una posta de salud para atender las necesidades médicas básicas de la población campesina, situada entre dos aldeas también pequeñas. Con la misión de abastecer 12 km a la redonda, Víctor Oyarzo arribó como paramédico en ese entonces.  Cuenta que al momento de su llegada, sólo había una casilla como todo edificio, y hasta él mismo, sin llegar a los 30 años estuvo entre los fundadores de esta tranquila villa, “a pulmón” dice, se hicieron todos los trabajos principales. Si hasta tuvieron que plantear poner el pueblo en la costa o a unos cientos de metros, sobre la carretera,  para no quedar fuera del paso de los viajantes en el futuro. Gracias a la visión y la definición por el segundo lugar, es que el pueblo puede imaginar hoy un futuro con posibilidades turísticas.
1) ¿Cómo has descubierto tu vocación?

Cuando terminé la escuela empecé a asistir a una posta de salud para ayudar. Iba a caballo. Trabajaba un rato, 3 o 4 hrs sin recibir pago hasta pasados varios meses. El paramédico de ahí me ofreció empezar a hacer encuestas a familias de la zona, hacerles una serie de preguntas, eso me gusto mucho, me di cuenta que mucha gente necesitaba ayuda, apoyo. Había mujeres con muchos hijos, solas, viviendo en la miseria. Empezamos a hacer una obra social con este médico. En ese momento me di cuenta que por ahí iba lo mío. Decidí esta carrera, me postule en el curso de paramédico en Puerto Mont. Trabajé primero en Las Juntas (Otra posta rural en el Sur de Chile), luego estuve en otro puesto más y de ahí me fui a la carretera austral, como paramédico en una empresa en la que generalmente atendía accidentes laborales o resfríos y eso no me significaba una buena experiencia como paramédico ya que no estaba ayudando a gente necesitada que era lo que yo anhelaba. Estuve un año ahí y luego comencé a buscar otras postas, hasta que llegué aquí,  a Mallín Grande hace ya 23 años. Llegué  recién casado y con mi mujer nos alojábamos en la posta, no teníamos nada y todo lo construimos con mucho esfuerzo, caminamos juntos.

2) ¿Cómo fueron los primeros tiempos en la posta de salud?

Llegué aquí en el año 1988, esta posta no existía todavía, había una mucho más precaria, construida por el cura de este pueblo, “Ronchi”, quien también había construido una iglesia de adobe y una escuela. No había calles, tampoco vehículos y la comunicación era realmente mala. Teníamos muchas falencias, se me hacía muy difícil llegar a la gente porque mi único medio era el caballo. Pasó el tiempo y la comunidad fue creciendo, hubo autos y así fue como la gente comenzó a venir a verme.

 3) ¿Cuáles han sido los motivos más frecuentes de consulta en tus primeros años de trabajo?


La mayor cantidad de consultas eran por accidentes laborales, en el campo. También por dolores de muela, por ejemplo o recuerdo haber atendido gran cantidad de  partos en los domicilios de mujeres que habían ocultado sus embarazos. Ahora, al haber más prevención, ya no atiendo este tipo de casos. La comunidad se fue concientizando, pero este proceso se fue dando solo, naturalmente, cuando la gente venía al consultorio y en la misma charla se iban educando. Además, en la penúltima semana de cada mes tenemos una ronda de medico, dentista y matrona (partera). La gente se atiende más y por lo tanto se anticipa a los problemas. Esto nos ha hecho el trabajo más fácil. Igualmente hay otros programas por cumplir.

4) Al haber más prevención, ¿Cuáles son los problemas de salud que debe atender actualmente?

Hoy en día atiendo todo tipo de consultas. Resfríos, faringitis, cortes, bronquitis, cuestiones más comunes. Las problemáticas de mayor complejidad las derivo a Chile Chico, que es el lugar más cercano. Desde ese hospital envían una ambulancia, al tiempo en que yo preparo al paciente para la derivación. Si el problema no es mayor pero por ejemplo, deben sacarse radiografías, los pacientes pueden ir por sus propios medios hasta Chile Chico, es decir, la ambulancia no es necesaria en todos los casos. Hace poco tuve que mandar a una niña, que se corto el rostro. Como yo soy paramédico no podía atenderla. Lo que hice desde aquí fue frenar la hemorragia. La niña, de tan solo un año y meses, necesitaba una cirugía estética y eso solo podía resolverlo en Chile Chico. 

En este momento entra a la posta una señora, quien muy amablemente saluda desde el pasillo a Victor. “Buenos días señora María”, le responde. La entrevista se interrumpe por unos minutos ya que Victor debe atender a su paciente. María parece tener un resfrío, típico de la temporada invernal que se aproxima en el pueblo. Además tiene un poco de fiebre y a causa de una inyección recientemente aplicada por el paramédico, es que María se queja de una molestia en su pierna. Antes de partir, la paciente se sienta unos segundos para descansar y aprovechar el cálido fuego brindado por una salamandra del pasillo.
 5) ¿Cuál es el rol del Estado en la posta de salud?

El Estado es el que construye todas las postas de salud en Chile. El Ministerio de Salud se encarga de construir edificios para la atención rural, postas o consultorios. Además, debe asegurarse de tener a funcionarios estables trabajando en estas. Es decir, debe construir, mantener y proveer de los elementos de salud necesarios. No puede faltar nada. Por suerte, en nuestra posta, todo funciona súper bien. Claro que siempre se puede soñar con tener más cosas, por ejemplo, una ambulancia propia. Pero para el lugar en el que estamos creo que las herramientas son suficientes. Estamos preparados para atender partos, tenemos medicamentos e instrumentos. Se está intentando hacer una norma para que cada posta tenga dos paramédicos, esto ya se empezó a implementar en las postas más grandes, de mayor población. A mi me encantaría que llegue a las más chicas.
A su vez, el Estado aporta una dosis de leche como complemento a la dieta de todos los niños chilenos. Aquí en Mallín Grande tengo actualmente en control a 9 niños, de 0 a 6 años. Gracias a esta ayuda del estado, sumado a los controles que les hacemos periódicamente, es que en nuestro pueblo no hay casos de niños en riesgo, ya sea de obesidad o desnutrición. Todos cumplen con los parámetros esperados de salud.

6) En lo que respecta a capacitaciones y formación profesional, ¿Cómo te mantienes actualizado en tu profesión? 
Nosotros tenemos un programa de capacitación que lo hace el hospital de Chile Chico o Coyaique. Asistimos a los cursos cuando podemos. Al último no pude asistir porque se me hizo tarde, pero es una necesidad para mí poder capacitarme y asistir a estos cursos.
Algunos de los temas que se plantearon para las capacitaciones del año 2011 fueron: Trabajo en equipo, taller de relajación, manejo de pabellón, preparación y elaboración de proyectos, contabilidad general, manejo integral de riesgo y trastornos de la conducta en niños y adolescentes.
Asistir a estos programas, influye en el puntaje que se le otorgue a cada uno de nosotros en la calificación anual de nuestro servicio. Los profesionales de  mayor puntaje reciben un bono de dinero como premio. Igualmente, yo me esfuerzo en mis calificaciones para sentirme bien con mi trabajo y no tanto por la plata.

7) Con  más de 20 años de profesión médica y tanta dedicación, ¿Volvería a elegir ser paramédico?

Al hacer un auto análisis  me doy cuenta que si no trabajara por vocación, no podría hacer esto. Puedo asegurar que es lo que más amo hacer en la vida, pero realmente me encuentro muy cansado también. Al ser el único funcionario de salud estable en el pueblo, no puedo trabajar solo las 8 horas que trabajan los demás funcionarios en Chile. Mi trabajo es de 24 horas al día, los 365 días del año. Salgo y estoy pendiente todo el tiempo de que no venga nadie a la posta, no me quedo tranquilo nunca. Eso me produce estrés, no me puedo relajar, de hecho, el sábado salí con mi mujer y pasó lo de la niña y el accidente. Llegué a este cuestionamiento, hasta cuando voy a aguantar así.

Víctor deja atrás otra jornada laboral sin tener plena conciencia de que su rol en esta aldea, es mucho más que el de ser paramédico. Evidentemente, en Mallín Grande, hay una persona que encabeza la construcción y cuidado de toda una comunidad. Víctor Oyarzo, se levanta todas las mañanas y verifica que el agua de su gente se encuentre en buen estado para ser bebida. Luego, envuelto en su delantal blanco, acude a la posta para atender y abrazar problemáticas ajenas, dejando atrás las propias. Seguramente Doña María y muchos más le estarán profundamente agradecidos por su entrega y paternal compromiso durante 23 años. 







Iruya, Salta, Argentina.

Yo puse la casa en orden”

El pueblo de Iruya, ubicado en la provincia de Salta, Argentina, ha inaugurado nuevo hospital en mayo de 2011. El centro de salud “Dr. Ramón Carrillo”, honra a quien ha promovido por primera vez en el país la atención primaria para la salud. Decía Carrillo por el año 1946: “La medicina no solo debe curar enfermos, sino enseñar al pueblo a vivir en salud”. Así es como el trabajo sanitario se abre a la comunidad y los médicos y enfermeros deben salir al encuentro de la misma. La obra de este médico se podría resumir de la siguiente manera: “Todos los hombres tienen igual derecho a la vida y a la salud”, “No puede haber política sanitaria sin política social” y “De nada sirven las conquistas de la técnica médica si ésta no puede llegar al pueblo por los medios adecuados”.
María Socorro Martínez es la directora de este moderno y próspero hospital. A sus casi 60 años, esta mujer de carácter decidido, está a punto de jubilarse. No sin antes disfrutar de este maravilloso centro de salud, María dice sentirse orgullosa por haber estrenado el hospital y ser ella quien lo dirija.
 1)¿Cuándo descubrió que quería ser médica?

Recuerdo que un día, a los tres años,  até a mi primo a la cama y con una jeringa, que solo tenía agua, quería curarlo. Obviamente mi mama  me retó. Yo nací en Salta Capital, mi madre me parió en casa, no en una clínica, desde que tengo uso de razón que deseaba ser médica. Primero me dediqué tres años a la medicina privada y luego, estos últimos 27 años de profesión, a la pública. Me gusta servir a la comunidad.

2) ¿Cómo llegó a Iruya?

Yo llegué acá porque me gusta la gente de la Puna, yo pedí venir acá. Trabajé los últimos 17 años en un pueblo que se llama Chicoana y realmente quería un cambio. Iruya es el pueblo más conflictivo en donde he trabajado. Te denuncian por cualquier cosa, sin tener fundamentos.
En Iruya hay 16 comunidades aborígenes, que forman el Consejo Coya. Quien ha propiciado esto es el presidente de Bolivia, Evo Morales, que les da subsidios y dinero. Se trata de poblaciones vulnerables, que llevan la bandera de la discriminación y la esclavitud. Lo paradójico es que a nosotros, los tres médicos del hospital, nos tratan como “los otros”. ¿Por qué me hablan de discriminación si acá nosotros al final somos mala palabra?.

3) ¿Cómo está organizado el centro de salud?

El diagrama de nuestro hospital sería el siguiente: Yo soy la Gerente General. Tenemos, además, un Gerente Sanitario, que se encarga de los programas de educación. Este médico se llama Luis y es de Tucumán. También consta de un Gerente Administrativo, que se ocupa de los ficheros, el personal de mantenimiento y lo referente a lo administrativo. Por último, tenemos un Gerente de Atención a las Personas, que se ocupa de gerenciar los servicios tales como atención primaria para la salud, enfermería, laboratorio, odontología, farmacia y rayos x.
El nuestro, es un hospital chico, calificado en la provincia como 2 B.

4) ¿Trabajan de manera inter-disciplinaria?

En total somos tres médicos aquí. Hacemos de todo la verdad. Partos, pediatría y clínica general. Cuando uno trabaja en el interior del país es considerado médico generalista o rural. Nosotros, una o dos veces al mes hacemos lo que llamamos “charlas de situación”. Estas son reuniones de planificación. Iruya tiene 16 departamentos aledaños, a los que acudimos mensualmente para trabajar en los puestos sanitarios. A algunos de estos pueblos es imposible llegar en vehículo, solo se llega a caballo o caminando. Es por eso que la presencia de un médico joven, hombre y que sepa andar a caballo es esencial para nosotros. Luis se encarga de ir a estos pueblos. En las reuniones que mencionaba, se programan las salidas. De estos encuentros participan los médicos, enfermería y la administradora (que administra el dinero para gastos de combustible, etc). De esta manera, todos sabemos a donde se va, cuando y quienes.
 5¿Cuáles son las enfermedades o motivos de consulta típicos de la zona?

Lo más habitual son las gastroenteropatías, que consiste en  vómitos y diarrea. Hay una muy mala alimentación acá. Por ejemplo, el sábado estuvimos de fiesta, ¿sabes lo que comieron algunos de los bebés que están internados hoy? Locro, picante de mondongo y asado. No me podes decir que un chico de 8 meses esta comiendo picante…

6) ¿Cree que las herramientas con las que cuenta para realizar su trabajo son suficientes?

Nosotros tenemos todas las herramientas que brinda la tecnología. El hospital nuevo es maravilloso pero todavía no tenemos conexión a Internet, porque las redes tienen inconvenientes acá en los cerros o el sistema de calefacción no funciona como debería, pero lo que más necesitamos son especialistas. Nos hace falta una nutricionista, un psicólogo, una fisioterapeuta y una persona idónea en farmacia, por poner algunos ejemplos. Lo que escasea es el recurso humano, necesario por el desplazamiento que tenemos en la zona.

7) ¿Cuál es el rol del Estado con respecto a la salud en Iruya?

Diría que el Estado tiene un rol paternalista, es el papá que te ayuda. Pero te ayuda si te portas bien. Si no mandas la información en tiempo y forma, después te demora en otras cosas. Sigue siendo benefactor y nos dio esta obra enorme.

Para mi es un orgullo haber inaugurado este hospital, antes estábamos en un sucucho que nos habilitaba la municipalidad. Por primera vez soy responsable de un centro de salud y tengo una gerencia, no lo puedo creer. Yo puse la casa en orden.

María Socorro Martínez es una amalgama perfecta entre servicio y capacidad de gestión, unió su vocación por la salud pública a su capacidad organizativa. El resultado está a la vista y es notable el funcionamiento de todas las áreas. Esta médica, preparándose para la jubilación, no sólo deja un buen trabajo encaminado, sino que es la prueba irrefutable de que cuando se invierte tiempo y esfuerzo, las cosas en Argentina, pueden hacerse bien.


Hualfín, Catamarca, Argentina.

“Para las compañías mineras un muerto es solo una cifra”

Mario Adán Páez es el médico rural a cargo de la zona sanitaria de Hualfín, en la provincia de Catamarca, Argentina, que comprende las localidades de Río de las Cuevas, Los Nacimientos y San Fernando, todas ubicadas en la famosa Ruta 40.
Admirador del mítico Ernesto “Che” Guevara, Mario tiene en su haber más de 70 libros del  médico y compatriota latinoamericano. “Yo me sitúo en el contexto social y político de la época y eso me hace quererlo al Che. Igualmente, en algunas cosas no estoy de acuerdo, pero fue un hombre con una gran sensibilidad humana”, opina este médico que atiende a veinte personas por día en su entrañable pueblo catamarqueño y que pone en evidencia el efecto nocivo del trabajo minero en la región.
1) ¿Cuáles son las principales enfermedades o trastornos que atiende en la comunidad?
 Las enfermedades varían de acuerdo a la época del año. En verano prevalecen las diarreas y las patologías parasitarias, sobre todo en los intestinos. En invierno los cuadros respiratorios, bronquitis, bronquiolitos, faringitis, etc., y durante todo el año tenemos enfermedades muy comunes en esta zona como el Mal de Chagas o diabetes.
Además, un problema que afecta no solo a Hualfín sino a la mayoría de los pueblos es el alcoholismo, con accidentes muy frecuentes de moto. Gracias a Dios no tenemos drogas todavía, pero sí altísimos índices de alcoholismo. Yo se lo adjudico, fuera de los problemas familiares y sociales, a que hay un desinterés total por encausar la vida de esos jóvenes. Por ejemplo, la vida deportiva de ellos es nula.  Llega el fin de semana y no tienen otra cosa que hacer que juntarse con los amigos y consumir alcohol, después vienen las peleas y la violencia. Nosotros hacemos prevención pero para sacarlos de ahí no tenemos mucho, deberíamos sacarlos con el deporte, tenerlos el viernes, sábado y domingo en el polideportivo, pero eso ya depende de la municipalidad.
2) Aquí en la zona hay compañías mineras trabajando. ¿Afecta a la salud de los pobladores o trabajadores la minería?

El tema es que hace ya varios años, con el tema de la minería, aumentaron de forma considerable los accidentes de tránsito, porque hay mucho más tráfico en la ruta. Circulan más de 100 camiones y vehículos por día a raíz del trabajo en las minas. Eso trae muchísimos accidentes.
De las enfermedades de los mineros no nos ocupamos nosotros, no tenemos mucha relación, se ocupa la compañía minera. Pero cuando hay accidentes mortales en las minas, tenemos que atenderlos nosotros, por orden judicial, la policía y yo tenemos que ir hasta el lugar. Yo atiendo a los mineros que viven acá en Hualfín.
Con respecto a las enfermedades propiamente dichas, no se ven muchas neumoconiosis como antes, pero si afecciones de columna o riñones, sobre todo en los que manejan camiones y maquinaria pesada, porque tienen mucho traqueteo. La mina afecta nuestro trabajo. Yo se que ellos tienen presupuesto para ayudar en las zonas donde se instalan pero la ayuda  nunca se hizo realidad en Hualfín. Donaron 7 ambulancias a pueblos vecinos pero a nosotros ninguna, y todo por algún problema con el municipio, pero nosotros no tenemos nada que ver, esperábamos recibir algún equipamiento. (Las minas a las que se refiere Mario son La Alumbrera y Farallón Negro).

3) ¿Trae consecuencias ambientales el trabajo en las minas?

Obviamente que la mina está cambiando el paisaje. Por ejemplo, Hualfín está ubicado sobre una ruta de tierra y ahora hay mucho polvillo, por lo que aumentó muchísimo la cantidad de gente que consulta por alergias. En cuanto al agua no tenemos información confiable ya que depende de quién haga el análisis. Si el relevamiento se realiza desde la misma compañía minera, generalmente el resultado no va a ser de impacto negativo, pero si uno escucha a los ambientalistas, estos suelen dar cifras alarmantes. Yo creo que por más cuidado que se tome, las consecuencias nunca van a ser del todo positivas para el ambiente. Pero creo que nadie puede negar lo negativo del uso y abuso del agua.  Están sacando 5 millones de litros por día de las napas subterráneas que están orientadas hacia Santa María (pueblo vecino), en ese sentido a nosotros no nos afecta pero a ellos si. Supuestamente recuperan un porcentaje altísimo, pero no es lo mismo, además ellos trabajan con productos totalmente tóxicos. El tema es que son empresas extranjeras que ven la parte económica, la parte humana no les importa, para ellos un muerto es una cifra. 
 4) ¿Cómo descubrió su vocación por la medicina?

Desde niño que quería ser médico, por influencia de mi padre que siempre soñaba con que estudiara medicina, pero me influía de buena manera, a él le gustaba el fútbol y sobre todo Estudiantes de la Plata, entonces me decía que estudie medicina y que jugara en Estudiantes. Cuando terminé la secundaria en San Juan, estudié en la Universidad Nacional de Córdoba, me recibí de médico y después hice un año de residencia en obstetricia. 

5) ¿Cómo llegó a Hualfín?

Llegué aquí a través de un médico amigo, de Andalgalá, un pueblo cerca de aquí.  Me estimuló para venir acá. Yo ya tenía una propuesta concreta para ir a Caleta Olivia (en Santa Cruz), pero me convenció para venir. Aquí conocí a mi señora, que era maestra. Según los historiadores Hualfín quiere decir “Mal fin” en Quechua, no se que le vieron de malo, pero para mi fue malísimo, me casé acá (se ríe). Yo vine sin conocer, medio engañado por mi amigo y el ex gobernador de la provincia que era de Andalgalá. Como no duraban los médicos en esta zona me tuvieron un mes en Catamarca, después un mes en Belén y recién ahí me trajeron acá ya más aclimatado, y les salió bien, estoy hace 27 años. A mi me gusta, desde chico quise ser médico rural, para mi la medicina privada se convirtió en un mero comercio, ya supera los límites, por supuesto se hace plata. Lo veo en Belén. Hay un ambiente feo, de guerra entre los mismos médicos, a mi me gusta estar en paz, la plata puede ayudar pero no es lo más importante, yo a mis hijos les digo siempre eso, que lo más importante no pasa por la plata.

6) ¿Cómo fueron sus comienzos como médico en el pueblo?

Empecé sólo, con 25 años y dos de experiencia. Prácticamente armé el hospital, no había médicos permanentes antes. Le tomé cariño, si me voy 10 días de vacaciones ya extraño. Hay mujeres a quienes  les atendí los hijos y ahora a los nietos. En esa época los problemas eran diferentes, las enfermedades eran las mismas, pero en cuanto al comportamiento era diferente, había más respeto en los jóvenes, eran más dóciles. Era distinta la vida, la juventud ha cambiado. Yo noté el cambio cuando apareció la televisión. Los chicos han modificado el modo de hablar, de contestar,  de comportarse, es notable el cambio.

7) ¿Continúa capacitándose en su profesión?

Tenemos cursos periódicamente en Belén o en Catamarca,  generalmente con gente que viene de Nación o de provincia. También recibimos las cajas del programa “Remediar”, que vienen con distintos temas, por ejemplo en el ultimo ejemplar hemos tenido cursos sobre diarrea infantil, Chagas y control del niño sano.

8) ¿Cuál es el rol del Estado con respecto a la salud en Hualfín?

En estos pueblos lo que es clave es el rol de la municipalidad, porque es la única fuente que tenemos para acudir, no hay ONG´S u otras instituciones que socorran al necesitado. La municipalidad recibe la co participación, cosa que me excede y ellos se manejan como les parece. El problema es que siempre el intendente es contrario al partido del gobierno provincial, y esto no ayuda.

9) ¿Cree que las herramientas con las que cuenta el hospital son suficientes para trabajar?

Creo que en cuanto a equipamiento y aspectos edilicios estamos bien. El tema pasa por el aspecto humano. Hay poco personal, por jubilaciones y distintos motivos. No se han hecho reemplazos y es muy difícil traer médicos aquí.
En este momento tenemos solo dos enfermeras y un solo chofer. Nosotros hicimos las gestiones correspondientes, elegimos el personal pero no tuvimos respuesta del ministerio de salud. No se si es un tema económico o burocrático. Si hay alguna urgencia tengo que salir yo y por ende, se queda la enfermera y nos comunicamos por radio.

10) ¿Qué es lo que más disfruta de su profesión?

La verdad que disfruto de todo. Hay amarguras como en todas las profesiones, por supuesto, pero tenés muchas satisfacciones, que te llenan en lo espiritual. Por ejemplo, hace unos años una madre acude desesperada con su hijito de 3 años que se había atorado con un pedazo de carne y estaba inconciente. Logré salvarlo. Lo increíble de esto es que este chico, sin saber nada, como algo instintivo, hoy en día cuando me ve, me abraza y me besa, sin saber nada eh, eso me emociona mucho. O bien una viejita que el único pan que tiene me lo trae, que no viene enferma, sólo viene a regalarme eso, porque lindo es dar cuando duele, no cuando sobra. Todos esos gestos reconfortan. Ahí me digo lo bueno que es estar en un lugar como este. Yo conozco a todos con nombre y apellido y no hay casa a la que no haya entrado. 

 Mario junto al equipo de médicos del centro de salud.

La entrevista se ha llevado a cabo fuera del horario laboral de Mario. Sin embargo, durante las tres horas de la misma, varias personas han tocado a la puerta de este médico para consultar por diferentes motivos. Mario, sin dudarlo, recibió a cada una de ellas, dejando en evidencia su compromiso y amor por esta profesión y a su vez, dejando abierta la siguiente pregunta ¿Cuál es el límite que Mario, como tantos otros médicos rurales, debe establecer entre su tiempo personal y el laboral?

El Huecú, Neuquén, Argentina.

“En medicina se puede parchar y seguir,  yo prefiero prevenir y construir un futuro mejor”
Sofía Pezzetti tiene 30 años y una vocación de servicio para imitar. Santafecina de nacimiento, decidió radicarse en El Huecú, Neuquén, para ayudar a una comunidad de 2000 habitantes. Desde niña que esta mujer de apariencia angelical y sonrisa contagiosa quería ser médica. Viajó a África donde confirmó su amor por esta vocación y regresó a nuestro país con la intención de “poblar la Patagonia”, como ella siempre soñó, de alguna manera, para ayudar a su querida patria a crecer y prosperar. Es que Sofía, ya desde chica, ha mostrado una marcada faceta social en donde “el  otro” ocupa el primer lugar en su lista de prioridades.

1) ¿Como fue tu acercamiento a la medicina?

Mi abuela siempre me contaba que cuando yo tenía 6 años ya decía que quería ser médica. No sé de donde lo saqué porque no tengo ningún pariente médico. Yo siempre pensé que era la vocación de servicio mejor llevada a cabo. En el cuarto año de la carrera entré en crisis, dejé de hacer otras cosas solo por estudiar, quería ayudar a la gente pero sólo estudiaba, esto me provocaba una gran contradicción. En ese momento decidí empezar a tomarme la carrera de otra forma, a exigirme menos. Yo me sacaba excelentes notas pero no era feliz. Me dí cuenta que quería ser médica pero de forma diferente, por eso empecé a ayudar en un barrio y terminé yendo a Camerún, África, con una ONG. Tenía 24 años y mis padres no estaban de acuerdo. Una vez ahí, caí en la cuenta que me necesitaban como enfermera más que como médica. Al principio esto me costó mucho, lloraba porque sentía que había estudiado para otra cosa, pero después entendí que era mejor así. Al final pude hacer guardias y ahí en donde empecé a ejercer realmente.

2) ¿Cuál fue tu balance de la experiencia en Camerún?

Ahí pude ver lo que era la medicina, que hasta un zapato puede ser medico, que todo depende de cuánto uno le ponga y qué clase de medico uno quiere ser.
En África ví mucho HIV, desde bebes y niños a ancianos, fue muy duro. Gente que no se podía hacer diálisis, porque hay un solo centro en todo el país. Mucha gente muere por insuficiencia renal. En nuestro país todos se pueden hacer diálisis. Ahí me di cuenta que África es 3er mundo, Argentina no. Muy poca gente accede a cosas, he visto pacientes traídos al hombro de otros a lo largo de 30 km, son personas que viven de lo que puedan sacar de su huerta. En ese momento estaba llegando Internet a todos lados, empezaron a ver todo lo que les faltaba, y creo que eso los corrompió, porque antes vivían bien. Ahí me di cuenta que necesitamos muy poco para vivir, todo lo demás es porque queremos, no necesitamos muchas de las cosas que creemos que necesitamos.

3) ¿Cómo llegaste al Huecú?

Cuando regresé de África tenía que decidir dónde hacer la residencia. Como quería ser médica generalista y en Rosario o Buenos Aires esta especialidad no es muy respetada, elegí hacerla en Neuquén, donde la estructura de salud provincial tenía más en cuenta a los generalistas porque en la Patagonia las distancias son muy grandes y poco pobladas. Además esto se sumó a que desde chica siempre soñé con poblar la Patagonia. Sentía que tenía que ayudar a poblar porque sinó nos podrían sacar las tierras y debía hacerme cargo (Se ríe). Un compañero de la residencia me llamó para ofrecerme el cargo en el hospital. Acepté su propuesta porque de esta manera podía satisfacer mis deseos, ser médica generalista y trabajar en un pueblo de la Patagonia.

 Sofía dice no compartir ciertos aspectos de la medicina privada, ella observa como muchos médicos que se han formado gracias a la educación pública, una vez recibidos cobran mucho dinero por consulta. Ella piensa que un buen médico puede cobrar lo que le parezca pero parte de su tiempo lo debería dedicar a aquellas personas sin recursos, sin excluir a nadie. Agrega que estos mismos médicos que imponen elevadas cifras por consulta, son los mismos que se formaron gracias al Estado y a los impuestos de los ciudadanos.

 4) ¿Cuál es el área de influencia del hospital?

Atendemos a los 2000 habitantes del pueblo y 50 kms a la redonda aproximadamente. Una comunidad mapuche, de 600 habitantes también esta dentro de nuestra área, vamos todas las semanas y también contamos con “agentes sanitarios”. Estos no son ni médicos ni enfermeros, la idea fue pensar en gente que quisiera ayudar y no se fuera de su lugar, entonces se los capacita. Están autorizados a hacer primeros auxilios, se turnan y nos consultan. Surgió hace 20 años y así quedó, está muy precarizado, no les pagan horas extras ni las guardias. Ellos tienen que estar porque la misma comunidad se los exige. A los médicos nos ayudan mucho. 


5) ¿Cómo se trabaja con la comunidad mapuche?

Es importante contar que no fue la comunidad mapuche la que vino al hospital, sino nosotros a ellos. En su momento, cuando se creó el programa de medicina en Neuquén había un índice de mortalidad infantil muy elevado, de alguna manera se los obligó a ser atendidos.
Me pregunto porqué  los blancos pretendemos que ellos se integren a nuestra vida si nosotros no nos integramos a la de ellos. Por ejemplo, hace un tiempo vino un hombre a exigirme que le diera mamaderas para su niño recién nacido. Yo no entendía, me enojé con ellos, como no le daban la teta, les dije. Ellos mismos me explicaron que en su momento los médicos se lo impusieron así, les decían que la leche comprada era mejor que la teta. Ahora se piensa distinto.
Creo que se los sometió tanto que ahora nos “tomaron la mano”, hacen lo que quieren y después se curan por su cuenta. Yo quiero entenderlos, que confíen en mí, así puedo entender como se están tratando de curar.
Actualmente estamos trabajando en redes de interculturalidad. Analizamos los problemas que hay en el Huecú, los generales y los pequeños. Esta red también la llevamos a la comunidad mapuche, así intentamos conocer más a los pacientes e integrarlos.

6)¿Crees que las herramientas con las que cuenta el hospital son suficientes?

Faltan bastantes insumos. Faltaría hacer un hospital nuevo y más grande, una guardia con más espacio. Sería importante, por ejemplo, tener desde un Gravindex para test de embarazos o una incubadora para traslados, que no tenemos. Creo que faltan bastantes cosas, por ejemplo una de las camionetas que utilizamos para trasladar pacientes tiene 800.000 km. Ahora tenemos una ambulancia parada hace un mes. Insumos de laboratorio nos faltan hace tres meses y ahora estamos esperando hace tiempo que el gobernador firme para aprobar la presencia de más personal en el laboratorio.

7) ¿Cuáles son los trastornos que atienden?

En el 2007 hubo una ola de suicidios bastante importante. El equipo de especialistas del hospital llegó a una conclusión interesante ya que observaron que en este pueblo no se ve el horizonte, por estar rodeados de montañas, entonces la gente no tenía a donde mirar.
Hay mucha depresión y violencia familiar. Hay muchas comunidades machistas acá. También atendemos casos de alergias y partos de bajo riesgo.

8) ¿Cómo está estructurado el sistema de salud en Neuquén?

El sistema está estructurado por niveles de complejidad, que se define por números y cantidad de especialistas. Hay cuatro zonas en la provincia. La metropolitana y el resto con números. La numeración va del 1 al 8.
Este hospital, el del Huecú, es un hospital “3”, hay centros de salud que son “1” y “2”. En nivel dos no hay internación, por ejemplo. El nivel se determina según la cantidad de población. Acá se hacen partos de bajo riesgo, como anteriormente te dije, pero si se complican, se los deriva a Zapala y sino a Neuquén.

9) ¿Recibís alguna capacitación para actualizarte en la profesión?

Me gusta leer para mantenerme informada, también utilizo páginas de Internet para actualizarme.  Personalmente trato de buscar cursos.  Ahora me anoté en uno que dan en Buenos  Aires,  tres veces al año. Es sobre cuidados paliativos, pero es optativo, es personal. Si uno no se esfuerza pueden pasar 20 años y seguir sin aprender nada mas, terminas la residencia y tenés que seguir aprendiendo. La provincia da cursos pero no muchos, hay un reglamento que permite tomarse los días pero en la práctica, como somos tres los médicos, si uno se va complica a los otros.

10) ¿Qué es lo que más disfrutas de tu profesión?

El trabajo con la gente es lo que más me gusta, la parte de promoción y prevención, más que atender la patología me gusta atender a la gente sana, prevenir. Si uno pudiera trabajar mas en la prevención habría menos enfermedades.
Disfruto de lo que hago, de vivir acá, nadie nos dice lo que tenemos que hacer, hacemos las cosas como queremos y eso es muy bueno. También está bueno el equipo que formamos con la gente de psicosocial, para la prevención, tenemos la misma mirada, hay gente que trabaja con la idea de “parchar y seguir”, pero yo pienso que es bueno hacer las cosas, porque es mi provincia y quiero que mejore.

 Sofía no sabe si vivirá en este pueblo para siempre pero hay algo que sí sabe y es el amor que ella siente por la medicina. Joven, alegre e idealista, sueña con mejorar la vida de otras personas y ayudar a la provincia a crecer. Comprometida y humilde, esta médica de 30 años representa, de alguna manera, el trabajo anónimo e incesante de tantos otros médicos que, como ella, sueñan con un futuro mejor.



El Chaltén, Santa Cruz, Argentina

“Los rescatistas voluntarios muestran una solidaridad poco común”
Corría el año 1993 y Carolina Codó tenía 23, estaba estrenando título de medicina y en su Villa Carlos Paz natal no encontraba el lugar para desarrollar la carrera. Las circunstancias personales la condujeron hasta la Patagonia santacruceña, al recientemente fundado pueblo de El Chaltén, a los pies del monte Fitz Roy. De esta manera, la villa iría formándose como tal, simultáneamente con la experiencia de su primera doctora. Ella hasta entonces tenía como pasatiempos preferido la práctica de la escalada, actividad predilecta de la zona. Es por eso que en este lugar ella conjugó sus dos pasiones que la llevarían a establecerse para siempre en su querido Chaltén.

 1) ¿Cómo fue que decidiste establecerte en El Chaltén?

Yo nací en Cordoba, Carlos Paz. Mi ex marido era de la Patagonia y me vine con el para acá, lo seguí. Vamos a ver, pensé, si no me gusta me vuelvo. Yo no quería estar en la ciudad, quería un pueblo chico. Además a mi me gustaba escalar, la montaña. Por suerte, entonces, de Río Gallegos, me mandaron acá. El Chaltén me gustó desde el principio, la naturaleza y el desafío de que era un pueblo con todo por hacerse. Sólo había 15 casas en ese momento. Al final no creció como uno lo soñó, creció muy rápido, no hubo una buena planificación. Las cloacas quedaron chicas. Incluso vino un grupo de suizos, concientizando a la gente de que todo el desarrollo del pueblo dependía de su comunidad  y que no había que esperar a que el gobierno hiciera todo. Pero esto era difícil de llevarlo a la práctica, porque los intereses de las personas siempre pujan y se diferencian.

2) ¿Cómo fueron los primeros años de trabajo?

Cuando yo llegué en el año 1993, estuve nueve años trabajando sola. Me llegaba de todo para atender: Animales, gallinas, perros, vacas, era más rural, había sólo 40 habitantes. Hacía de todo, de psicóloga, de médica y de veterinaria, me estresé mucho, yo era muy joven y no tenía experiencia. No había ambulancia ni hospital, en realidad no había nada. Me gustaba igualmente el desafío de armar todo acá aunque era muy complicado, la única comunicación que teníamos era por radio, pero todo el mundo escuchaba, entonces no podía hacer consultas abiertamente de ningún tipo, sobre qué hacer con tal niño, por ejemplo. Cuando llegó el teléfono todo cambió, podía consultar a colegas en Calafate o en Río Gallegos.
Recién a los 9 años llegó otro médico para ayudar, y actualmente somos tres.
El pueblo creció a la par de los pacientes. Se fundo en 1985. La relación con la gente no es la misma que la de un medico en ciudad. Nos conocemos todos.


 3) Ahora que son tres médicos ¿Se dividen por especialidades?

No, acá somos generalistas, todos atendemos todo. La guardia la hacemos una semana cada uno pero por ejemplo, a los accidentes de montaña voy yo, porque soy la única de los 3 que escala. Los tres hacemos de todo y va a seguir así hasta que haya un hospital con especialistas, que eso va a pasar cuando la cantidad de habitantes lo justifique.
Los casos complejos se derivan a Calafate o Río Gallegos. No tenemos estructura para cubrir internaciones graves.

4) Al ser un pueblo de escaladores ¿Hay muchos accidentes de este tipo?

Cuando llegue en 1993, hubo varios accidentes en la montaña. No había, en ese momento ningún equipo de rescate. Entonces, con un grupo de personas de acá fundamos “El Club Andino”. Siendo sólo cuatro personas, y con la ayuda de Parques Nacionales, comenzamos a armar un equipo especializado en rescates de montaña.  En  1995 se murió un escalador italiano, se cayó de la base del Cerro Torre. Fuimos a retirar el cuerpo por voluntad propia y la familia quedó conforme con nuestro desenvolvimiento. Como muestra de agradecimiento nos ayudaron con capacitaciones y equipos técnicos.  Crecimos mucho como grupo. Cada vez hay mas rescates pero no siempre participo, ya que a veces, por el grado de complejidad y riesgo, mi presencia podría entorpecer las acciones. A este tipo de urgencias suelen ir los más entrenados. Yo suelo capacitar en cursos a los mismos rescatistas. Incluso ya saben como tratar fracturas y ese tipo de padecimientos.

5) ¿Quién paga a los rescatistas por su trabajo?

El grupo de rescate es un equipo voluntario, nadie nos paga. Esto es único en el mundo porque generalmente, en otros países, como Francia o Alemania, el trabajo es remunerado. El ambiente que hay en un equipo de rescate voluntario es muy especial, se ve una solidaridad que no es común. Se ayuda a personas que uno ni conoce. Se me caen las lágrimas al ver como el grupo da todo de sí. Por ejemplo, hubo un caso bastante mediático a fines de 2010, fue una situación de montaña severa, donde una persona perdió la vida y quienes lo acompañaban estuvieron con el mismo riesgo. A este rescate fueron guías profesionales, cuyo estado físico y equipos de logística permitieron salvarlos. Yo no fui porque era más útil que me quedara acá  que ir bajo la nieve. No sabes como entraron los cuatro rescatistas, arriesgando sus vidas en una tormenta de nieve increíble. Esto es así porque no hay plata de por medio, es un servicio. Toda la comunidad colabora en estos casos, no sólo la gente de montaña, ofrecen autos, los restaurantes hacen viandas para llevar arriba, todo el pueblo se involucra.
No sé cuanto va a durar el trabajo voluntario, ojala dure, el tema es que si se empieza a pagar las cosas pueden cambiar.



6) ¿Cuál es el rol del Estado con respecto al puesto sanitario?

A pesar de que los tiempos del Estado sean lentos, pienso que este cumple su función de todas maneras. Estoy conforme con el gobierno de la provincia, con el sueldo, nunca ha faltado siquiera una gasa. Quizás hay demoras con algunos pedidos pero finalmente las cosas llegan, por ejemplo, la ambulancia que tenemos. Yo sé que en otras provincias esto no es así siempre. Ahora nosotros estamos pidiendo un helicóptero para toda la provincia, el traslado de una persona en grave estado debe ser rápido, no se puede tardar 5 horas en llegar a Río Gallegos.
Igualmente, las cosas más caras, llegaron por donaciones privadas. Tenemos muchas ofertas de gente particular que desea ayudar. Por ejemplo, así conseguimos la incubadora. Incluso, lo más importante que tenemos, que es el edificio del puesto sanitario, lo donó Pérez Companc. Lo conocí cuando vino una vez al pueblo. Recuerdo que comenzamos a hablar y me preguntó que es lo que hacía falta para el hospital. En realidad lo único que me faltaba era un edificio como la gente. El de antes era muy chico, no tenía sala de espera y la gente debía esperar afuera, con mucho frío. Lo básico siempre lo tuvimos. Pérez Companc tiene la política de hacer obras acordes a las necesidades del pueblo y a su desarrollo estimado, entonces vinieron médicos de la Fundación Estambulian y durante una semana nos reunimos con ellos, para que constataran el trabajo que hacíamos y hacer un estudio de campo.

7) ¿Crees que las herramientas de trabajo con las que cuentan son suficientes?

Estamos bien, para ser un puesto sanitario  de atención primaria es un lujo. Tenemos un ecógrafo, aparato de rayos, cosas de laboratorio, podemos hacer extracciones y mandar a laboratorios de Calafate, para una comunidad de 1000 personas esta muy bien. La gente quizás es más disconforme, quiere algo como el Garrahan. Quieren especialistas. Yo entiendo esa postura igual, pero no es un costo efectivo tener acá un hospital.

8) ¿Cómo haces para mantenerte actualizada en la profesión?

Lo hago todo a través de los libros y educación a distancia.  En Río Gallegos hay cursos pero ya no voy. Siempre estoy leyendo algo.
Pienso que faltaría más práctica quizás. Tenemos un ecógrafo pero ninguno acá es ecografista. Me gustaría ir a algún lugar y hacer 60 ecos en un día, acá no llegamos a tener la práctica necesaria, con suerte tenemos 3 por semana. En técnicas complejas no tenemos capacitaciones, estaría bueno que el gobierno nos mandara a hacerlas, porque todo lo que yo hago para actualizarme, lo hago con tiempo de mis vacaciones o descanso.
Con respecto a los rescates, siempre organizamos cursos durante el año, incluso viene gente de otros países para enseñar técnicas novedosas.

9) ¿Qué es lo que más disfrutas de tu profesión?

La verdad que me gusta todo. Los rescates me encantan, la atención acá, el trato con la gente. Para mi el paciente es un todo, no es un problema médico solo. Yo no puedo curar una bronquitis y después que se arregle, si sé que se está muriendo de frío en el invierno porque no tiene un techo.
Cada día la disfruto mas porque ya no me estreso tanto como al principio. No todos pueden hacer lo que les gusta, y eso lo agradezco.
Ahora, hace unos años que me doy más tiempo para mí, para escalar y hacer lo que me gusta.

Carolina es un buen ejemplo de lo que el amor a la vocación y el esfuerzo en conjunto pueden lograr. En pocos años logró un puesto sanitario adaptado a las necesidades de los tiempos que corren y un equipo de rescatistas voluntarios dispuestos a todo.