viernes, 19 de octubre de 2012


El Chaltén, Santa Cruz, Argentina

“Los rescatistas voluntarios muestran una solidaridad poco común”
Corría el año 1993 y Carolina Codó tenía 23, estaba estrenando título de medicina y en su Villa Carlos Paz natal no encontraba el lugar para desarrollar la carrera. Las circunstancias personales la condujeron hasta la Patagonia santacruceña, al recientemente fundado pueblo de El Chaltén, a los pies del monte Fitz Roy. De esta manera, la villa iría formándose como tal, simultáneamente con la experiencia de su primera doctora. Ella hasta entonces tenía como pasatiempos preferido la práctica de la escalada, actividad predilecta de la zona. Es por eso que en este lugar ella conjugó sus dos pasiones que la llevarían a establecerse para siempre en su querido Chaltén.

 1) ¿Cómo fue que decidiste establecerte en El Chaltén?

Yo nací en Cordoba, Carlos Paz. Mi ex marido era de la Patagonia y me vine con el para acá, lo seguí. Vamos a ver, pensé, si no me gusta me vuelvo. Yo no quería estar en la ciudad, quería un pueblo chico. Además a mi me gustaba escalar, la montaña. Por suerte, entonces, de Río Gallegos, me mandaron acá. El Chaltén me gustó desde el principio, la naturaleza y el desafío de que era un pueblo con todo por hacerse. Sólo había 15 casas en ese momento. Al final no creció como uno lo soñó, creció muy rápido, no hubo una buena planificación. Las cloacas quedaron chicas. Incluso vino un grupo de suizos, concientizando a la gente de que todo el desarrollo del pueblo dependía de su comunidad  y que no había que esperar a que el gobierno hiciera todo. Pero esto era difícil de llevarlo a la práctica, porque los intereses de las personas siempre pujan y se diferencian.

2) ¿Cómo fueron los primeros años de trabajo?

Cuando yo llegué en el año 1993, estuve nueve años trabajando sola. Me llegaba de todo para atender: Animales, gallinas, perros, vacas, era más rural, había sólo 40 habitantes. Hacía de todo, de psicóloga, de médica y de veterinaria, me estresé mucho, yo era muy joven y no tenía experiencia. No había ambulancia ni hospital, en realidad no había nada. Me gustaba igualmente el desafío de armar todo acá aunque era muy complicado, la única comunicación que teníamos era por radio, pero todo el mundo escuchaba, entonces no podía hacer consultas abiertamente de ningún tipo, sobre qué hacer con tal niño, por ejemplo. Cuando llegó el teléfono todo cambió, podía consultar a colegas en Calafate o en Río Gallegos.
Recién a los 9 años llegó otro médico para ayudar, y actualmente somos tres.
El pueblo creció a la par de los pacientes. Se fundo en 1985. La relación con la gente no es la misma que la de un medico en ciudad. Nos conocemos todos.


 3) Ahora que son tres médicos ¿Se dividen por especialidades?

No, acá somos generalistas, todos atendemos todo. La guardia la hacemos una semana cada uno pero por ejemplo, a los accidentes de montaña voy yo, porque soy la única de los 3 que escala. Los tres hacemos de todo y va a seguir así hasta que haya un hospital con especialistas, que eso va a pasar cuando la cantidad de habitantes lo justifique.
Los casos complejos se derivan a Calafate o Río Gallegos. No tenemos estructura para cubrir internaciones graves.

4) Al ser un pueblo de escaladores ¿Hay muchos accidentes de este tipo?

Cuando llegue en 1993, hubo varios accidentes en la montaña. No había, en ese momento ningún equipo de rescate. Entonces, con un grupo de personas de acá fundamos “El Club Andino”. Siendo sólo cuatro personas, y con la ayuda de Parques Nacionales, comenzamos a armar un equipo especializado en rescates de montaña.  En  1995 se murió un escalador italiano, se cayó de la base del Cerro Torre. Fuimos a retirar el cuerpo por voluntad propia y la familia quedó conforme con nuestro desenvolvimiento. Como muestra de agradecimiento nos ayudaron con capacitaciones y equipos técnicos.  Crecimos mucho como grupo. Cada vez hay mas rescates pero no siempre participo, ya que a veces, por el grado de complejidad y riesgo, mi presencia podría entorpecer las acciones. A este tipo de urgencias suelen ir los más entrenados. Yo suelo capacitar en cursos a los mismos rescatistas. Incluso ya saben como tratar fracturas y ese tipo de padecimientos.

5) ¿Quién paga a los rescatistas por su trabajo?

El grupo de rescate es un equipo voluntario, nadie nos paga. Esto es único en el mundo porque generalmente, en otros países, como Francia o Alemania, el trabajo es remunerado. El ambiente que hay en un equipo de rescate voluntario es muy especial, se ve una solidaridad que no es común. Se ayuda a personas que uno ni conoce. Se me caen las lágrimas al ver como el grupo da todo de sí. Por ejemplo, hubo un caso bastante mediático a fines de 2010, fue una situación de montaña severa, donde una persona perdió la vida y quienes lo acompañaban estuvieron con el mismo riesgo. A este rescate fueron guías profesionales, cuyo estado físico y equipos de logística permitieron salvarlos. Yo no fui porque era más útil que me quedara acá  que ir bajo la nieve. No sabes como entraron los cuatro rescatistas, arriesgando sus vidas en una tormenta de nieve increíble. Esto es así porque no hay plata de por medio, es un servicio. Toda la comunidad colabora en estos casos, no sólo la gente de montaña, ofrecen autos, los restaurantes hacen viandas para llevar arriba, todo el pueblo se involucra.
No sé cuanto va a durar el trabajo voluntario, ojala dure, el tema es que si se empieza a pagar las cosas pueden cambiar.



6) ¿Cuál es el rol del Estado con respecto al puesto sanitario?

A pesar de que los tiempos del Estado sean lentos, pienso que este cumple su función de todas maneras. Estoy conforme con el gobierno de la provincia, con el sueldo, nunca ha faltado siquiera una gasa. Quizás hay demoras con algunos pedidos pero finalmente las cosas llegan, por ejemplo, la ambulancia que tenemos. Yo sé que en otras provincias esto no es así siempre. Ahora nosotros estamos pidiendo un helicóptero para toda la provincia, el traslado de una persona en grave estado debe ser rápido, no se puede tardar 5 horas en llegar a Río Gallegos.
Igualmente, las cosas más caras, llegaron por donaciones privadas. Tenemos muchas ofertas de gente particular que desea ayudar. Por ejemplo, así conseguimos la incubadora. Incluso, lo más importante que tenemos, que es el edificio del puesto sanitario, lo donó Pérez Companc. Lo conocí cuando vino una vez al pueblo. Recuerdo que comenzamos a hablar y me preguntó que es lo que hacía falta para el hospital. En realidad lo único que me faltaba era un edificio como la gente. El de antes era muy chico, no tenía sala de espera y la gente debía esperar afuera, con mucho frío. Lo básico siempre lo tuvimos. Pérez Companc tiene la política de hacer obras acordes a las necesidades del pueblo y a su desarrollo estimado, entonces vinieron médicos de la Fundación Estambulian y durante una semana nos reunimos con ellos, para que constataran el trabajo que hacíamos y hacer un estudio de campo.

7) ¿Crees que las herramientas de trabajo con las que cuentan son suficientes?

Estamos bien, para ser un puesto sanitario  de atención primaria es un lujo. Tenemos un ecógrafo, aparato de rayos, cosas de laboratorio, podemos hacer extracciones y mandar a laboratorios de Calafate, para una comunidad de 1000 personas esta muy bien. La gente quizás es más disconforme, quiere algo como el Garrahan. Quieren especialistas. Yo entiendo esa postura igual, pero no es un costo efectivo tener acá un hospital.

8) ¿Cómo haces para mantenerte actualizada en la profesión?

Lo hago todo a través de los libros y educación a distancia.  En Río Gallegos hay cursos pero ya no voy. Siempre estoy leyendo algo.
Pienso que faltaría más práctica quizás. Tenemos un ecógrafo pero ninguno acá es ecografista. Me gustaría ir a algún lugar y hacer 60 ecos en un día, acá no llegamos a tener la práctica necesaria, con suerte tenemos 3 por semana. En técnicas complejas no tenemos capacitaciones, estaría bueno que el gobierno nos mandara a hacerlas, porque todo lo que yo hago para actualizarme, lo hago con tiempo de mis vacaciones o descanso.
Con respecto a los rescates, siempre organizamos cursos durante el año, incluso viene gente de otros países para enseñar técnicas novedosas.

9) ¿Qué es lo que más disfrutas de tu profesión?

La verdad que me gusta todo. Los rescates me encantan, la atención acá, el trato con la gente. Para mi el paciente es un todo, no es un problema médico solo. Yo no puedo curar una bronquitis y después que se arregle, si sé que se está muriendo de frío en el invierno porque no tiene un techo.
Cada día la disfruto mas porque ya no me estreso tanto como al principio. No todos pueden hacer lo que les gusta, y eso lo agradezco.
Ahora, hace unos años que me doy más tiempo para mí, para escalar y hacer lo que me gusta.

Carolina es un buen ejemplo de lo que el amor a la vocación y el esfuerzo en conjunto pueden lograr. En pocos años logró un puesto sanitario adaptado a las necesidades de los tiempos que corren y un equipo de rescatistas voluntarios dispuestos a todo.


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